lunes, 21 de febrero de 2011

Etica Ambiental..

La ética ambiental o ética medioambiental es la parte de la filosofía y la ética aplicada que considera las relaciones éticas entre los seres humanos y el ambiente natural o medio ambiente. ...
Un papel primordial en el manejo del ambiente y, por ende, debe ser pilar fundamental en todo proceso de educación ambiental. Incidir en la sensibilización y en la concientización de los colectivos para que su comportamiento genere nuevas formas de relación con su ambiente particular y global es uno de los propósitos más importantes de la educación para el ambiente.
Las alternativas de solución a los diversos problemas ambientales deben ser el producto de las decisiones responsables de los individuos, las comunidades y en últimas de la sociedad, atendiendo a los criterios de valoración de su entorno, íntimamente relacionados con el sentido de pertenencia y, por ende, con los criterios de identidad.

Fomentar una ética ambiental y desarrollar el aspecto axiológico (conjunto de valores) son algunos de los objetivos de la educación ambiental. En el campo de la ética, hay una distinción de la conducta social frente a la antisocial.
La conservación del medio ambiente es un factor crítico para la
supervivencia y el desarrollo futuros del género humano. En la medida
que, para satisfacer sus necesidades, la humanidad no es sólo capaz
de dominar la naturaleza, sino de alterar sus ciclos vitales, se impone la
redefinición del concepto mismo de desarrollo en función de dos
consideraciones centrales: por un lado, la caducidad de los recursos
naturales y del entorno físico en que ocurre la actividad humana; por otro
lado, el imperativo de que el intercambio energético entre el hombre y su
medio natural no rebase los límites que establece el proceso de
regeneración de la propia naturaleza.
De acuerdo con los consensos construidos en el seno de las Naciones Unidas
desde 1972, se entiende por desarrollo sustentable un proceso de
satisfacción de las necesidades del presente que no compromete la
capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias. El
desarrollo sustentable presupone, por tanto, la adopción de una amplia
gama de paradigmas económicos, sociales y tecnológicos según los cuales
el desarrollo debe conciliarse con la utilización racional de los recursos
naturales disponibles.
La causa del desarrollo sustentable plantea importantes desafíos tanto a los
gobiernos como a las empresas y la sociedad en general. Las sociedades,
desde luego, deben hacer suyos los valores asociados con el desarrollo
sustentable y ello significa asumir las implicaciones éticas en lo
concerniente a la revisión de sus pautas de bienestar y modelos de
vida. La civilización contemporánea enfrenta la necesidad de desarrollar
modalidades distintas de relación con la naturaleza; debe trascender las
visiones puramente instrumentales y entender que una relación respetuosa
con la naturaleza es una premisa de la realización humana, tanto en su
dimensión material como espiritual.
Para los gobiernos, el reto consiste en hacer del desarrollo sustentable un
eje transversal de todas las políticas públicas vinculadas con la estrategia
del desarrollo económico y social. Ya sea que pensemos en política
comercial, industrial y educativa o en aspectos tan puntuales como la
orientación y la magnitud del presupuesto, la sustentabilidad es un
referente necesario. Asimismo, la acción del poder público debe partir de la
idea de que el desarrollo sustentable no puede ser el resultado espontáneo
de las fuerzas del mercado, pero tampoco puede ser de una regulación
estatal que opere al margen o en contradicción con la racionalidad de la
economía de mercado. Se trata de crear un mecanismo de disuasión y
estímulo que cuente con la fuerza del Estado para garantizar su
funcionalidad, pero de que manera simultánea cree condiciones de marcado
que hagan las opciones ambientales racionales, opciones económicamente
viables.
* Socio y Director General de Diseño Estratégico y Análisis Prospectivo, S.C.

Con todo, no se debe ignorar lo que el desarrollo sustentable significa para
las empresas. En tanto actores centrales de la actividad generadora de
riqueza, las empresas son el agente social que de modo más directo se
relaciona con el proceso de interacción con la naturaleza.
Así, desde la óptica de la responsabilidad social empresarial, el ingrediente
medioambiental es clave. De echo, en el capitulo 4 de la Agenda 21 de la
Cumbre de Río -1992- se formulan los conceptos de producción y consumo
sustentables. Mientras el consumo sustentable se refiere al imperativo de
modificación de patrones a partir de los cuales se define el bienestar y la
idea de una “buena vida”, la producción sustentable pone el énfasis en la
necesidad de que los procesos de extracción, transformación y
aprovechamiento de los recursos naturales sean expresión de una actitud
renovada ante la naturaleza.
Más en específico, no solo se trata de que los actores económicos cumplan a
cabalidad con las leyes y normas ambientales, por ejemplo, en materia de
manejo de residuos o de control de emisiones; ello representa, a fin de
cuentas, el cumplimiento de una obligación elemental. La responsabilidad
social de las empresas va más lejos y se relaciona con la manera en que
éstas consideran las variables ecológicas en el diseño de sus estrategias de
negocio. La adopción de los criterios de la ecoeficiencia ilustra con claridad
esta idea. La toma de decisiones tecnológicas ambientalmente amigables.
Una nueva ética ambiental no está reñida con el desarrollo; lejos de ello,
inaugura otras vías. Por un lado, los recursos canalizados a la reconversión
ambiental de las actividades productivas representan una inversión
susceptible de generar ventajas competitivas. El cumplimiento de la
normatividad ambiental, indispensable para acceder a los mercados,
promueve la innovación continua y la adopción de los criterios de la
ecoeficiencia –por ejemplo, uso de energías alternativas, nuevas
tecnologías, disminución de desperdicios, y el reciclamiento-. Por otro lado,
el cumplimiento de las normas ecológicas es capaz de inducir la aparición de
nuevos sectores de negocio, tales como el procesamiento de
desperdicios y el reciclaje de recursos ya utilizados, la consultoría en
materia ambiental, la producción de tecnologías amigables con en entorno
ecológico y la fabricación, instalación y operación de equipos
anticontaminantes y de tratamiento de residuos, entre otros.
Se requiere una visión de largo plazo. Para una empresa socialmente
responsable, los recursos naturales no deben ser vistos como botín, sino
como un patrimonio que hay que cuidar y preservar en beneficio del
sustento de las futuras generaciones y de las propias empresas. Tampoco la
satisfacción de las normas ambientales debe ser vista como una carga y
una fuente de costos, sino como una inversión. Con base en una nueva
ética de relación con la naturaleza, las empresas socialmente responsables
deben ser pioneras y abrir nuevos caminos al desarrollo.

La ética ambiental
La crisis ecológica deriva a la postre en el planteamiento de un nuevo sistema ético - la bioética como puente entre los hechos científicos y los valores morales. El problema moral se ha tomado "específico" para el hombre por el imperativo de la sobrevivencia y de una responsabilidad solidaria a fin de preservar la biosfera terráquea. La pregunta de la ética es entonces cómo debemos vivir, al menos para sobrevivir, pero conciliando el imperativo de supervivencia con el de dignidad humana, conciliación que es el meollo de la antropodicea.
La megacrisis exige fundar una macroética planetaria basada en el principio de responsabilidad, que representa un nuevo estadio de la conciencia moral en la civilización tecnológica, y se formula así: "Actúa de manera que las consecuencias de tu acción sean compatibles con la permanencia de la vida genuina sobre la tierra" El primer principio de la ética ambiental es el de reciprocidad o mutua obligación por la interdependencia de los seres vivientes en un cuerpo cósmico (ecosfera) amenazado por la patogenicidad del cuerpo técnico (tecnosfera) o conjunto de organismos sintéticos (enseres como automóviles, fábricas, viviendas) que consumen energía y producen desechos desequilibrando el ecosistema natural. La ética de la utilidad y el consumo es cuestionada como estilo de vida ecocida, por cuanto conduce a la proliferación anárquica de ecosistemas artificiales desestabilizadores. La ética ambiental desempolva antiguas virtudes como la frugalidad (productiva y reproductiva) y escribe una nueva tabla de valores revelada por la naturaleza .
La filosofía ambiental inspira la utopía de una civilización ecológica e impulsa un nuevo proyecto político (económico y social) en la humanidad posmodema. Por de pronto, se denuncia el peligro de la dinámica expansiva de la civilización industrial misma y se replantea a radice la dialéctica del progreso. El concepto moderno de progreso cuantitativo -crecimiento material, expansión productiva, aumento del confort y de la población global, etc.- ha ingresado en un decisivo cuestionamiento (progreso no es un concepto que implique necesariamente un valor positivo: hablamos del progreso de una enfermedad, y el crecimiento desordenado es la filosofía del cáncer). Se propone un paradigma alternativo al paradigma de desarrollo tradicional, uno que eleve globalmente la calidad de vida, un desarrollo técnico con miras al crecimiento cualitativo, a la creación y preservación de las mejores condiciones humanas. La humanidad se enfrenta planetariamente a la tarea de planificar su propio crecimiento en función de sus condiciones naturales de vida, dañadas por la civilización industrial . Pero la cuestión ecológica tampoco se resuelve con una tecnocracia política o ecodictadura universal: hace falta la educación en una nueva ética civil o cultura moral, a partir de la naturaleza como proyecto axiológico.
En el progreso de la conciencia ecológica un primer paso es otra "Fisiodicea" o justificación de la naturaleza más allá de su uso "natural" para satisfacer las necesidades biológicas o materiales, conforme al modelo instrumental científico-tecnológico . Valores no-instrumentales y actitudes no pragmáticas o utilitarias deben construir el nuevo modelo natural de la sociedad ecológica. En realidad, lo que distingue al hombre del resto de los vivientes es su exclusiva relación con la naturaleza, esa capacidad de contemplarla, apreciarla y gozaría por encima de las comunes necesidades naturales. De modo que la buscada antropodicea equivale a esta nueva fisiodicea: la cultura corno compensación de la naturaleza nos ha llevado a la naturaleza como compensación de la cultura. Una teoría compensatoria de la naturaleza "compensa" la teoría compensatoria de la cultura, y esto significa plantear la ética ambiental más allá del nivel corriente de los argumentos utilitaristas para la prevención de los recursos y ámbitos naturales.
En el siguiente cuadro se resumen algunas ideas sobre el nuevo paradigma de la naturaleza. Partiendo de tres disciplinas del espíritu (religión, arte, filosofía) se definen las respectivas actitudes naturales (respeto, imitación, admiración), con los valores esenciales aprehendidos por ellas (sacralidad, creatividad, sabiduría), más los símbolos correspondientes (el arca o el arco de Noé, la estatua de Pigmalión, el búho de Minerva) y tres sentidos fundamentales (alianza, humanización y cosmovisión)


Por PEDRO JAVIER GONZÁLEZ GUTIÉRREZ*

Definiciones..

2 comentarios: